Llegamos a las puertas del yacimiento sobre las 7:30. La emoción de estar a punto de ver una de las ciudades más impresionantes de la cultura maya hizo que olvidáramos el cansancio.
Habíamos llegado desde Campeche donde habíamos pasado unos días fantásticos, paseando por sus coloridas calles de ambiente colonial, por sus magnificas puestas de sol y visitando los legados de su historia; fuertes, murallas, piratas y cultura maya.
Viajamos en autocar durante toda la noche y a las 6:30 llegamos a la pequeña estación de autobuses de Palenque.Con un aire de somnolencia y un cuerpo un poco destemplado, buscamos un taxi para que nos llevara hasta un camping que hay a la entrada de la Reserva Nacional de Palenque, situado en la misma carretera que da acceso al yacimiento.
Allí estábamos, parados a la puerta cerrada del camping con nuestras mochilas a cuestas y sin que un alma asomase por ningún sitio. Justo cuando empezábamos a dudar en que debíamos hacer, apareció el guarda del Maya Bell y con una cara de sorpresa y de incredulidad por ver a dos paisanos con cara de dormidos y despistados, nos dijo que él nos guardaba las mochilas y que tendríamos sitio para alojarnos esa noche. Justo en ese momento sonó el claxon de una destartalada furgoneta que hacia el trayecto de subida hasta el yacimiento, ni cortos ni perezosos y casi sin darnos cuenta allí estábamos, subidos a una furgoneta sin puertas y como compañeros de viaje varios trabajadores que subían desde Palenque pueblo, para abrir sus puestos de recuerdos y vituallas.
Eran las 7:30 y después de sacar las correspondientes entradas, nos compramos unos zumos y sentados en un escalón a los pies de uno de los muchos puestos de recuerdos, pasamos el tiempo de espera hasta que abrieran las puertas viendo el ir y venir de la gente, charlando con unas niñas a las que tras hacernos la promesa de que irían al colegio, las compramos unos colgantes con el horóscopo maya.
Eran las 8:00 y éramos los primeros, con una emoción especial y cogidos de la mano mi compañera y yo pasamos el control de entrada, tras seguir un breve sendero se abrió ante nosotros una visión conmovedora que hizo que detuviéramos el paso, en los laterales el Templo de la Calavera y la Reina Roja, al fondo el Palacio adornado con la cresta del Templo de la Cruz y frente al Palacio, la tumba del rey Pakal, el maravillo Templo de las Inscripciones.
Templo de las Inscripciones.
La visita siguió con momentos tan mágicos como la visión del yacimiento desde la cresta del Templo de la Cruz, rodeados por un mar verde y el sol calentando nuestro entumidos huesos.
Vista desde el Templo de la Cruz.
La fortuna del viajero hizo que nuestra llegada a Palenque fuese de una forma tan poco premeditada pero le doy las gracias, por que hizo que esa visita se quede en nuestra memoria para el resto de nuestras vidas.
El viaje por la península del Yucatán continuo visitando otros yacimientos mayas, paisajes y parajes de excepción hasta que el destino nos llevo a la magnifica San Cristóbal de las Casas, pero eso............. eso ya es otra historia.
1 comentario:
Me alegro de que hayáis retomado el blog con ganas.
De las ruinas mayas que conozco, Palenque junto con Tikal son para mí, las que tienen más magia. Hace tiempo hice también un pequeño homenaje a Palenke en mi blog.
Saludos
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