19 abr 2008

La ciudad del caos

Hace poco que llegamos de Nápoles y la Costa Amalfitana. Aún hoy cuando voy por las calles de Valladolid, sigo pensando en Nápoles y en su desbordante vida.

Es cierto que la fama que tiene respecto al tráfico y el caos en sus calles, es en su mayoría real, pero también es triste ver que casi todo el mundo se quede sólo en esa imagen de una ciudad tan bonita y llena de vida como Nápoles.

Antes de irnos, cuando decía en el trabajo que nos íbamos a Nápoles, todos decían "Qué, a ver la camorra?". Lo malo es que esa es la opinión de casi todo el mundo, incluso cuando hablas con gente que tiene una mente más viajera o con más mundo recorrido, la mayoría no irían a Nápoles y mucho menos dedicarle más de una tarde a visitar sus calles... Craso error!

A nosotros ha sido una ciudad de las que quizás más nos haya atraído, no por los mismos motivos que otras, pero si que es una ciudad que atrapa. No voy a negar que conducir allí, supone aplicar la ley del más fuerte porque todo vale, o que sus "motorinos" no sean un peligro constante para conductores y peatones, o que un poco más de limpieza sería más que necesaria, o que hay personas que pueden hacer sentirte un poco incómoda por tu cartera... Pero también es cierto que respecto al tema de la seguridad, mi opinión es que es igual que en cualquier ciudad media donde ir por el centro o determinadas zonas, hace que tengas que llevar unas medidas mínimas de seguridad, nada más.

Ojala haya más gente que pudiera ir a Nápoles con una mente abierta y se dejará atrapar por sus callejuelas llenas de vida, donde las personas toman la calle para hacerla su casa, su bar, su campo de fútbol... su vida. Porque de eso se trata, de vivir a tope en la calle, tal y como eran antes muchas ciudades y pueblos mediterráneos donde casi todo pasaba en la calle, algo que ahora es muy difícil ver salvo en pequeños pueblos o en ciudades como ésta.

Mi consejo, pasear por el centro sin rumbo fijo, curioseando en sus tiendas de pesebres artesanales, curiosear en sus tiendas de combustibles, saborear sus maravillosas pizzas (por ejemplo en Di Matteo, impresionantes!), deleitarse con sus bollos (babá en Scaturchio y sfogliatella en Pintauro), visitar la Nápoles subterránea descubriendo sus vicisitudes a lo largo de los siglos, impresionarse por la belleza de sus iglesias y de su fe, descubrir que no sólo es como se imagina recorriendo el Vomero que es un barrio totalmente opuesto a lo típico que uno imagina... En una palabra, vivirla.

Napolés es eso, vida y más vida, a un ritmo vertiginoso y a raudales. Buon viaggio!!!

MARÍA

1 comentario:

Anónimo dijo...

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