Desde muy pequeña, el día de Todos los Santos ha formado una parte señalada en mi vida. Quizás al ser mis padres de un pequeño pueblo, donde el sentimiento familiar está bastante arraigado así como el conocer a todos tu familia, sea más o menos lejana, hace que desde siempre el 1 de Noviembre cogiamos el coche desde Madrid para llegar a Luzón a visitar el pequeño cementerio donde descansaban todas mis raíces.
Es cierto que en la cultura española, no es un día de alegría sino más bien un tanto triste, donde se acude a visitar a la gente querida que ha fallecido para con la excusa de las flores, pasar un rato orando o recordando a esa persona.
Recuerdo una pequeña cruz en el cementerio que siempre me atrajó la atención, era de una niña que falleció a los pocos días de nacer y que si bien no tenía ningún vínculo familiar con ella, siempre tenía una flor mía, supongo que porque al ser pequeña me sentía unida a ella más si cabe porque nunca nadie parecía acordarse de esta pobre niña...
Sin embargo, en otras culturas el tema de los cementerios o de su visión del día de Todos los Santos es totalmente distinta. Todos hemos visto fotos y sabemos de países donde ese día, acuden a los cementerios a comer con sus antepasados e incluso hacer fiestas. Qué lejano parece desde mi pequeño pueblo!
Aunque tras visitar los cementerios de San Juan de Chamula en México o el de Sapanta en Rumania, creo que lo entiendo mejor. Si bien no he estado en ninguno de ellos en ese día festivo, creo que la tristeza es imposible en ambos.
En San Juan de Chamula, el cementario está lleno de colorido simbólico y es que sus cruces mayas son de diversos colores según la edad del fallecido. Como todo en la vida de ese pueblo, está lleno de rituales y de creencias paganas, ajenas al dogma de la Iglesia y donde lo que importa es el peso de la tradición y de la espiritualidad autóctona. Allí la forma de curarte de un catarro es acudiendo a la iglesia, donde el sanador te curará matando una gallina que previamente habrá cogido tus virus y donde beberás aguardiente casero para purificarte del todo... aunque en la cura puedas embriagarte un poco...
Mientras que en Sapanta, su "cementerio alegre" invita a la sonrisa alejando cualquier pena, y es que para ello las personas que elaboran sus cruces azules, realizan toda una obra maestra tallando en madera la vida de las personas fallecidas, haciendo un guiño siempre al humor, aunque claro, nosotros no entendimos mucho al estar en rumano.... Si bien más que el ambiente de un cementerio, transmite alegría y serenidad.
Pero está claro, que para gustos, colores.
MARIA
No hay comentarios:
Publicar un comentario