25 ene 2010

Diario de nuestro Viaje al Valle del Lot (Francia) III

Viene de la Parte 1ª y Parte 2ª.

DIA 3:

Nos levantamos prontito y tras desayunar para coger fuerzas, empezamos nuestro día de visitas. Como la noche anterior habíamos estado viendo ya un poco la zona, decidimos que lo mejor sería aparcar el coche en la parte de arriba del pueblo y descender por el Camino de la Cruz, así que para allá que nos fuimos... hacia Rocamadour!Tras aparcar, bajamos por el Vía Crucis desde la Basílica que tiene forma de castillo palaciego, se podía entrar pagando 2€, aunque sólo es para subir a una almena y ver las vistas... nosotros preferimos bajar.

El Vía Crucis está en la ladera de Rocamadour y el camino es tendido y con barandillas, mirando cada una de las XIV estaciones que hay. El camino es bueno y fuimos muy entretenidos mirando las figuras y la gente que había. Y así llegamos a la entrada donde finaliza el Vía Crucis, si bien hay que decir que nosotros lo hicimos de atrás hacia delante. Allí hay vistas muy buenas.

Y es que durante siglos Rocamadour fue uno de los lugares de peregrinación más famoso del occidente cristiano. Y hoy en día, es una de las principales atracciones turísticas de Francia, con más de un millón y medio de visitantes anuales. Se compone de siete santuarios, un castillo y una escalera monumental de 250 peldaños, que muchos peregrinos suben de rodillas, como penitencia. También es una parada obligatoria de los peregrinos que vienen de Europa central, siguiendo el Camino de Santiago.

Nosotros entramos a la plaza principal a través de un pasadizo, que nos dio la impresión de estar un poco descuidado. Y así llegamos a la plaza de los Santuarios, allí es donde está la Capilla de la Virgen Negra que nos parecióque tenía mucha espiritualidad. Se trata de una talla del siglo XII, de color negro de la Virgen con el Niño. Su fama se debe al extenderse por la Cristiandad, el hallazgo en 1166 del cuerpo incorrupto de un ermitaño (Sant Amadour), que se mantuvo intacto durante más de cuatrocientos años

De hecho, en la puerta se encuentra el hueco en la pared de roca donde se encontró el cuerpo incorrupto de San Amadour, conocido como el Amante de las Rocas y del que toma nombre el pueblo.

En la plaza, también está el Museo de la Diócesis y otras Capillas que estaban cerradas. La plaza fue restaurada en el siglo XIX y quizás les quedó un pelín artificial, como muy de cuentos de princesas...

Por una escalinata, bajamos hacia el pueblo pasando por la puerta de entrada por la que llegaban los peregrinos tras subir la Gran Escalinata, muchos de ellos de rodillas, nosotros la bajamos.

El pueblecito tiene mucho encanto, nos fijamos en la casa del párroco que es enorme y está pegada a la roca. Las casitas y el trazado medieval ahí si que se aprecian mejor. Paseamos por las callejuelas y por la calle principal, que tiene tiendas de recuerdos y de productos regionales. Nosotros paseamos disfrutando de la tranquilidad que reinaba por esas callejuelas, y que imaginamos que en verano estarán atestadas de gente, de hecho al ser temporada baja muchas tiendas estaban cerradas.















Y así, dimos por visto este lugar tan especial. Decidimos volver a comer a nuestra cabaña y hacer un poco de tiempo, para por la tarde ir a ver las Grutas de Padirac.

Teníamos pensado subir por el ascensor que hay en el pueblo, pero sólo te lleva hasta la zona de las iglesias, así que decidimos subir a pie... por lo que al final también subimos la escalinata como verdaderos peregrinos, jadeantes... aunque la peor parte es la escalinata final que ya te lleva a la plaza de las iglesias. Salimos por la misma puerta por la que habíamos entrado en este bello paraje, y allí si que cogimos ya el ascensor hasta el parking donde habíamos dejado el coche.

Ya de camino a la cabaña, paramos en un súpermercado a comprar pan, y de paso curioseamos un rato... la verdad es que siempre que viajamos fuera nos gusta cotillear un poco los súper para conocer más el cómo vive la gente allí y para comparar... Para comer nos hicimos unas salchichas con queso fundido que compramos y también una tostada con el queso típico de la zona, el Rocamadour, que tiene un sabor un tanto fuerte pero estaba muy bueno. Y rumbo a las Grutas de Padirac.

Lo primero que vimos al llegar a la entrada, es una sima grandiosa por la que a través de una súper escalera de hierro o ascensores se baja hasta el fondo. Sacamos la entrada y para abajo... bajamos la escalera con cuidado por la humedad, y ya desde abajo se ven las paredes de roca y el círculo parece más perfecto. Continuamos bajando y nos internamos en la cueva, la gruta es descomunal, muy alta y grandiosa... Caminamos hasta llegar a un embarcadero donde en grupo y con guía tomamos una barquita para seguir recorriendo la gruta por el río subterráneo. Hay estalactitas gigantescas de más de 49 metros!Gracias a una hoja explicativa en español que nos dieron en la entrada, nos enteramos de las dimensiones y de la casuística geológica que ha formado esta gruta. Bajamos de la barca para continuar nuestro recorrido. El guía va explicando todo, pero en francés, por lo que no nos enteramos mucho... Subimos, bajamos, vimos lagunillas, cascadas, estalactitas... el techo es altísimo, de hecho nos explicaron que en una zona cabría la cúpula de Notre Damé... Las gotas de agua al caer, forman pequeños platos o tortitas. Volvimos de nuevo a la barca que nos llevó de regreso. Nos encantó la cueva, muy muy recomendable! Antes de irnos, compramos unas postales porque dentro no dejaban hacer fotos.


Desde allí, nos fuimos a Carennac, otro pueblo que pertenece a la ruta de los pueblos más hermosos de Francia. Este pequeño pueblo a orillas del Dordoña es un burgo monástico, que se desarrollo alrededor de un priorato monástico. Dejamos el coche a la entrada del pueblo, y bueno, al principio nos liamos un poco porque no encontrábamos la parte más bonita del pueblo...

Es un pueblo muy pequeño y no tardamos mucho en visitarlo, lo que más nos llamó la atención fue una torre que por las pintas estaba habitada, tiene que ser curioso vivir en un sitio así, no? Y con las mismas, nos fuimos al pueblo cercano de Loubressac





Loubressac es otro pueblo de la ruta de los pueblos más hermosos de Francia. Aparcamos en una plazaleta con mucho encanto, y salimos a dar una vuelta cuando estaban cerrando ya las tiendas... eran las 18.00h. El pueblo estaba muy cuidado. Está situado en un espolón rocoso dominado por los valles del Dordoña y de la Brave. Tiene una puerta fortificada, casas medievales y lo que queda de un castillo, que por lo visto es propiedad privada.

Desde allí hay unas vistas increíbles del Castillo de Castelnou (antes de llegar al pueblo, habíamos ido hasta su falda para fotografiarlo). Es encantador este pueblo, muy limpio y cuidado.

Y de allí, fuimos a ver el último pueblo que visitaríamos ese día, Autoire. El pueblo está situado en un sitio precioso, al fondo de un valle rodeado de unos acantilados impresionantes.

Leímos en la guía que llevábamos, que en las cercanías hay una cascada, y decidimos ir a verla. Cuando llegamos, vimos que el camino se adentraba en el bosque, como era tarde y no sabíamos la distancia exacta, decidimos al final no ir...

Paseamos por el pueblo, viendo su iglesia románica. Daba cosa pasear por las calles, porque estaban totalmente desiertas y parecía que interrumpiéramos su paz... Nos gustó mucho este pueblo, tenía unas casas preciosas. Algunas parecían abandonadas, pero eran chulísimas! Sobre todo nos gustó una que tenía como torrecitas... ay! si nos tocará el euromillón!




Ya había oscurecido, así que nos fuimos para Gramat. Llegamos sobre las 19h con intención de tomar algo en la plaza que parecía que tenía más vida, pero al llegar nos dimos cuenta que no había nadie... por lo que nos fuimos para la cabaña. Jugamos al trivial que nos habíamos llevado, y tras cenar, a la cama que estábamos rendidos del día...

CONTINUARÁ...

1 comentario:

grandes viajes dijo...

Muy lindo pots el viaje debe haber estado muy bueno, las fotos son hermosas