15 mar 2008

II Diario de nuestro Viaje a México, Jun 07

Viene del post: http://viajandoporlibre.blogspot.com/2008/03/viaje-mxico-jun-07.html


DIA 4:

Para variar nos despertamos antes de la hora prevista, pero con ese calor era inevitable. Tras recoger nuestras cosas y dejarlas en consigna, decidimos irnos a desayunar fuera del hostal. De camino al Zócalo, paramos en "The italian coffe" a desayunar, lo que fue un gran acierto porque los cafés y los bollos estaban muy ricos.

De ahí, nos fuimos a la Oficina de Turismo para apuntarnos a la visita guiada que hacen por el centro de Mérida gratuita. Como aún quedaba un rato, aprovechamos para dar una vuelta por la plaza y lo que nos sorprendió fue ver tanta policía, normal que sea la 2º ciudad más segura de México!

A la hora fuimos al punto de encuentro, eramos muy pocos. El guía nos llevó dentro del Palacio Municipal, lo que fue mucho mejor porque hablaba muy bajito. Allí nos contó los orígenes de la ciudad y la historia de los tres Montejo que fueron claves para la historia de Mérida. Yucatán fue lo primero que se independizó, mucho antes que México, por eso la plaza de Mérida se llama de la Independencia y la del DF de la Constitución. También nos explicó que se llama Zócalo, porque estaban cerrados como si fuera un zócalo o rodapie.

Tras una visión general de Mérida, nos subió arriba a ver el cuadro que hay en la Sala de Plenos que es una alegoría de Gonzalo Guerrero, que fue el primer español que se casó con una maya y que se pusó de lado de los mayas y por eso es un héroe.

Desde allí, fuimos al Palacio Montejo, cuya portada a nosotros nos recordó a la del Museo de Escultura de Valladolid. Este edificio ahora es de un banco, pero dejan ver el patio a la gente. En su día la casa era toda la manzana, pero la fueron vendiendo. En medio hay un patio lleno de plantas y con una fuente que antes tenía peces para que se comieran a los mosquitos.

La siguiente y última parada fue el Palacio del Gobernador, donde nuestro guía nos explicó los murales y de paso el cómo se volvieron cristianos al hacer fiestas e invitarles a comer antes de la misa. Y así acabó la visita.


Desde allí, fuimos a ver la Catedral que es la primera que recibió el título de catedral en el país. Por fuera es muy majestuosa, pero por dentro está muy vacía y es que fue saqueada durante la Revolución. Lo más chulo es el Cristo de las Ampollas, que se llama así porque está hecho con un madero de un incendio. Lo que nos resultó curioso es que había mucha gente rezando para la hora que era.
De ahí nos fuimos a ver la Iglesia de Jesús que es de los jesuitas y está muy cerca del restaurante donde cenamos el otro día. Es una iglesia sencilla y por más que intentamos buscar las piedras mayas que decía la guía que había en la fachada, no vemos nada de nada.

Tras dar una vuelta por el mercadillo de artesanía, nos fuimos por la Calle 60 hacia el Paseo de Montejo. La Calle 60 es donde más edificios coloniales hay, y la verdad es que tiene mucho encanto.

Se nota que el Paseo de Montejo no es turístico porque no vimos a nadie. Qué calor hacía! Es una calle importante y con palacetes tipo franceses, pero no había quien aguantase tanto calor! Por lo que al final, nos volvimos para el centro a beber algo. Tras tomar un frapuchino en el "Café de la Habana", refrescarnos y descansar un poco, dimos unas vueltecillas a la manzana y decidimos ir a comer finalmente al Burger King.


Lo que nos dió un poco de mal rollo en el Burger es que tienen bastantes carteles sobre el cómo actuar en caso de terremoto o huracán. Aquí te daban como un vasito con chiles y te podías rellenar las veces que quisieras el refresco sin problemas.

Con el estómago lleno, nos fuimos para el albergue a por nuestras mochilas, ya que teníamos el bus para Campeche a las 16.15h. El señor del albergue nos dijó que era una ciudad muy bonita, a ver qué tal nos iba.

Llegamos pronto, así que nos sentamos un rato en una plaza a ver el devenir de la gente. El bus salió muy puntual, nos pusieron un par de películas. Durante el viaje, se notaba el cambio de paisaje, ya había montañas. Nos llovió, pero al llegar ya no llovía y la temperatura era muy agradable.

Campeche nos dió una primera impresión muy buena, con sus casitas iguales, de tipo colonial y color pastel, mereció la pena ir!

Según salimos de la estación, cogimos un taxi que nos llevó al "The Monkey Hostel" que está justo en la Plaza Mayor. Nuestra habitación era un poco justa, pero por lo que nos costó no se podía pedir más, tenía baño dentro y ventilador, así que genial.

Tras dejar nuestras mochilas, decidimos dar una vuelta por la ciudad. La Plaza Mayor tiene mucho encanto, con la Catedral, el parquecito en el medio y sus casas con soportales y balconadas.

Fuimos a ver la Catedral que no tiene gran cosa, lo curioso es que al lado está el cementerio y en el lateral la biblioteca. Decidimos ir a ver el mar, hasta que llegas pasas por una parte más moderna que nada tiene que ver con el resto de la ciudad, pero es que antes el mar llegaba más adentro.

El Paseo Marítimo lo tienen muy bien y está muy concurrido de parejitas y de gente corriendo. Nos sentamos a ver la puesta del sol, creemos que es una de las más bonitas... Mientras lo contemplábamos, pensábamos que ójala que el sol recuperará energía en los inframundos para volver a nacer al día siguiente, tal como creían los mayas.

Tras disfrutar de la relajación del mar, volvimos hacia el centro. Pasamos al lado del Baluarte de San Carlos que ahora es el Museo de la ciudad, y el antiguo Templo de San José que es de azulejos y actualmente también es un museo.

Antes de cenar, decidimos ir al hostal a refrescarnos y cambiarnos (la gente aquí parece que por la tarde noche se arreglaba bastante), y ya más guapetes, nos fuimos en busca de "La pigna" que es un restaurante que venía en la guía y que nos atrajó por el pulpo. Está justo al otro lado de la ciudad, y nos dejó muy sorprendidos porque es de lujo y muy chic. Nos pedimos pulpo a la gallega (que sólo se parecía en el nombre), María pan de cazón y Alberto steak de camarones, todo delicioso! Y de postre flan napolitiano. Es un restaurante idílico entre la decoración, la música y la comida... casi nos quedamos hasta dormidos! Así que a dormir...


DIA 5:

Tras levantarnos, desayunar en el albergue y curiosear un rato los folletos que tenían, dejamos las mochilas en consigna y nos lanzamos a pasar todo el día por Campeche hasta que el bus nos llevará por la noche a Palenque... a ver si aguantábamos!

Después de que nos dieran un poco de información en la Oficina de Turismo, cogimos un taxi para que nos llevará al Fuerte de San Miguel, que ahora es el Museo de la Cultura Maya, y menos mal que fuimos en taxi porque está bastante apartado del centro y vaya cuestecita que tiene.

El Museo está bastante bien, aunque apenas había nadie, por las pintas, creemos que somos de los turistas que más tiempo le dedicamos! Lo que nos pareció increíble es que se deformaran cráneo y dientes para estar más guapos, aunque lo que no sabíamos es que a la gente que tenía taras la consideraban más cerca de los dioses...

Arriba conservan los cañones con los que Campeche se defendía de los piratas, y es que Campeche es Patrimonio de la Humanidad por conservar sus edificios antiguos y su sistema de defensa como ciudad portuaria.

Como por el Museo no pasaban taxis, nos tocó bajar hasta la calle principal y allí cogimos un bus sin saber muy bien donde nos dejaría, pero la aventura es la aventura. Madre mía, que mal conducen, casi salimos volando con tantos meneos!

Nos bajamos justo enfrente del Baluarte de San Juan, y siguiendo la Muralla llegamos a la Puerta de Tierra que es donde hacen el espectáculo de luz y sonido, y tiene ambientación pirata.

Callejeando dimos con la Iglesia de San Juan de Dios que la verdad, no tiene nada de especial ni de bonita. Lo que más nos gustó de esta ciudad fue callejear por entre sus casas de tono pastel y ver a sus gentes, y de esa forma, vimos por fuera la Iglesia de San Francisquito y el Instituto de Cultura.
Para descansar un rato y hidratarnos, fuimos a un local que se llama "Café Tulum", tenía muy buen gusto y un patio donde nos sentamos a beber un jugo de frutas y una machada de coco (una especie de batido-helado-zumo) que estaban muy ricos.

Tras hacer un poco más de tiempo paseando por sus calles, decidimos ir a comer a "La Casa Vieja" que está en los balcones de la Plaza Mayor, pero estaba llena de gente, así que nos tocó ir a otro lugar. Después de echar un ojo, optamos por un restaurante que también estaba en la Plaza Mayor. Nos pedimos para beber unas cervezas, para compartir camarones fritos con mantequilla (es típico de Campeche el camarón), nachos de pollo y burritos mexicanos, y de postre flan y café, todo muy bueno.

Nos tocó hacer un poco de tiempo en el restaurante porque se pusó a llover, pero como no era plan de quedarnos toda la tarde allí, salimos y aprovechando que estaba justo al lado, visitamos la Casa 6 que es un centro cultural y donde tienen la casa como sería una casa del siglo XIX con su salón, despacho, habitación y cocina, muy chula la casita.










Parecía que ya no llovía tanto, eso si la gente había desaparecido de las calles! Fuimos hacia el Paseo Marítimo, donde descubrimos por casualidad el Centro de Artesanía que visitamos por curiosidad y por resguardarnos un poco de la lluvia. Había un poco de todas las cosas típicas de la zona.

En esa misma zona está el Centro de Convenciones y lo que parecía un Centro Comercial. Se notaba que el tiempo había disuadido a mucha gente, porque no había nadie paseando por el Paseo salvo nosotros. Lo que nos resultó curioso era lo tranquilo que estaba el mar.

Como estaba el tiempo tan revuelto, fuimos a ver el Baluarte de San Carlos que es el Museo de la Ciudad. No estaba mal, aunque hacía un calor insoportable por lo que no estabas a gusto del todo. Sobre todo habla de los piratas que saquearon Campeche y de las medidas de seguridad que se tomaron para defenderse. Arriba conservan aún los cañones.

Y desde allí fuimos en busca de un sitio donde beber algo y descansar un poco. Fuimos a "La parroquia" donde nos tomamos unas negras modelo, que estaban muy buenas. Allí aprovechamos para consultar al camarero cómo llamar a Palenque, pués aún no teníamos reservado allí el albergue y nos daba problemas siempre que llamábamos, pero nos comenta muy amable que puede que haya problemas con la luz y por eso no lo logremos...

Volvimos a la Plaza Mayor para ver si podíamos coger el tranvía que da la vuelta por el centro, pero la chica que no tenía ni pizca de ganas de trabajar, nos comentó que sino había 7 personas que no salían. Así que hicimos tiempo a ver, pero nada, nos quedamos con las ganas.

Para cenar decidimos ir al "Café Tulum" que habíamos estado por la mañana y nos había gustado, fue todo un acierto! Nos sentamos también dentro del patio interior. El camarero (que parecía el dueño) era muy agradable y nos indicó cuales eran los platos estrellas. Alberto optó por un filete de pechuga con queso manchego y salsa de chicote, y María por unos alambres de pollo con pimiento, bacón y queso para hacer fajitas... todo buenísimo! Encima de ponernos las botas, el camarero se pusó a hablar con nosotros. Nos comentó que no íban muchos españoles por esa zona y que era una pena, porque las ruinas de Edzna y Calakmul son impresionantes. Qué mala suerte, ójala hubiéramos tenido más tiempo para visitarlas! También nos comentó su viaje por Chiapas. Para terminar la cena nos pedimos un café y un frapuccino, mientras oíamos música en vivo... totalmente recomendable este lugar!

Y con la tripa llena, decidimos dar un paseo por el Malecón, desde donde se veía a lo lejos una tormenta... Como ya eran más de las 22h, fuimos al albergue para recoger nuestras mochilas. Con ellas ya, disfrutamos de la noche y del tiempo agradable en el parquecito de la Plaza Mayor, y sobre las 23h cogimos un taxi para que nos llevará a la estación de autobuses, ya que el bus hacia Palenque salía a las 0:25h.

En la estación hicimos tiempo como pudimos, que ya notábamos el cansancio y el sueño. Eso si, ADO es súper puntual y salimos a la hora exacta.


DIA 6:

En el autobús la gente iba durmiendo, de hecho según salimos de la estación, apagaron las luces del bus y a dormir. Lo cierto es que fuimos durmiendo casi todo el trayecto, y si que fue más o menos un sueño profundo, salvo cuando nos despertamos y de repente vimos a dos militares mirando las mochilas, pero fue un momento y casi medio en sueños.

Llegamos a Palenque a las 6.30h y notamos que ya era zona más pobre, porque la estación era mucho más cutre y por la gente que nos encontramos. Tras hacer un poco de tiempo mientras nos despertábamos, cogimos un taxi para que nos llevará al "Maya Bell" , cruzando los dedos para que hubiera sitio libre, pues no teníamos reserva ni nada. Para llegar, ya se pasa a la Reserva Natural de Palenque, así que nos tocó pagar por acceder a ella.

El Maya Bell tiene camping, chozas y habitaciones en medio de la naturaleza y a un paso del Museo de Palenque. Como era tan pronto, aún no había nadie en recepción pero un señor nos dijó que a partir de las 10h habría habitación y que podíamos dejar las mochilas en un cuarto. Y ni cortos ni perezosos, salimos a la carretera para coger una furgoneta que nos llevará hasta las ruinas de Palenque.

El Museo está abajo, pero para ver las ruinas hay un par de kilómetros y encima con una buena subida. Lo que nos sorprendió es que la furgoneta que íbamos pudiese subir esa cuesta, teniendo en cuenta que parecía más de desgüace que de otra cosa.

Llegamos antes de las 8h que es cuando abrían, así que nos tocó esperar viendo cómo preparaban todos los puestecillos. Se nos acercó una niña a la que compramos un colgante con nuestros horóscopos mayas y quien nos explicó lo que significaban.

Sacamos las entradas y a ver las ruinas que están en medio de la selva, fue por eso por lo que tardaron tanto en descubrirse. Es increíble la vista! Entre las ruinas y el paisaje natural... una pasada!

Lo primero que vimos fue el Templo de la Calavera, que tiene un relieve de una calavera a los pies de uno de sus pilares y que nos costó encontrar... pero al final la vimos. Al lado está otro templo donde han hallado una tumba que llaman de la Reina Roja, si bien no se sabe seguro quién es, algunos creen que es la esposa de Pakal, ya que justo al lado está el Templo de las Inscripciones que es donde estaba la tumba de Pakal.



El Templo de las Inscripciones es una pasada, es la pirámide más alta de Palenque y el edificio más famoso, lo que entendemos porque realmente es precioso. De la tumba de Pakal sólo queda el sarcófago de piedra, lo demás está en el Museo de México DF, si bien la máscara de jade la han robado.



Justo enfrente está el Palacio, al que subimos para admirar las vistas y verlo por dentro. Tiene cuatro patios y en el centro una torre que creen que era un observatorio para la realeza. Bajamos por unas escaleras y nos encontramos en unos pasadizos que eran los baños. Salimos al exterior por otra zona y volvemos a subir para ver el Patio de los Cautivos, donde hay estelas con grabados que eran de otros edificios.

Y desde allí, cruzamos el río que fue encauzado por los mayas, y nos dirigimos a otro grupo de ruinas que se llama el grupo de la Cruz. Son tres edificios piramidales que dan como a una plaza.

Uno es el Templo del Sol que tiene la mejor crestería conservada de Palenque y al que subimos para ver sus relieves. Pero el más grande es el Templo de la Cruz, al que también subimos pese al esfuerzo que nos costó... si bien mereció por la vista, que es impresionante! Lo peor fue para bajar... Y el templo más pequeño y menos imporante del grupo es de la Cruz Foliada al que ya pasamos de subir.






Desde allí, fuimos al Grupo Norte donde hay un Juego de Pelota, pero mucho más pequeño que el de Chichen Itzá, y un templo en el que vivió un conde loco durante dos años, y quien decía que Palenque era la desaparecida y misteriosa Atlántida.

Siguiendo el camino del río, bajamos por una escalera empinada hacia unas pequeñas cascadas llamadas el Baño de la Reina. Aquí no hacía tanto calor, porque la vegetación era muy tupida, lo que nos pusieron muy nerviosos eran los monos aulladores que aunque no veíamos si oíamos su ruido y parecía de animales mucho más salvajes...

Desde allí, pasamos al Grupo de los Murciélagos y a un puente de madera sobre el río que a María no le hizó ni pizca de gracia.

Volvimos a subir un montón de escaleras y por el camino vimos ruinas menores que tenían mucho encanto, al estar en medio de la selva. Seguimos subiendo y fuimos a salir donde el Templo del Conde.
Antes de salir hacia el Museo, echamos un último vistazo a estas magníficas ruinas, sobre todo a las de la plaza principal... precioso. Imprescindible ver Palenque!!!

Como el Museo estaba abajo, decidimos bajar andando y vaya calor! Al final cuando llegamos, no nos dió muy buena espina y como estábamos muertos, tras comernos unos sandwich en la cafetería, decidimos volver al Maya Bell a ver si teníamos habitación o no.
Al final si tuvimos habitación, y tras pagar una noche nos fuimos a nuestra habitación con ventilador y mosquiteras en lugar de ventanas, donde nos refrescamos y descansamos un rato, que lo necesitábamos con urgencia.
Antes de que el sueño nos hiciera mella, decidimos ir a la ciudad para sacar dinero y mirar la excursión que queríamos hacer al día siguiente. Para ir cogimos una furgoneta que nos dejó al lado de una agencia. Preguntamos en la agencia y nos salía en total por 400 pesos, más barata que si la cogíamos en el Maya Bell, así que lo hicimos con esa agencia. A las 6h del día siguiente, pasarían a buscarnos por el hotel para ir a Bonampak y Yaxchilán.
Con el objetivo ya cumplido, aprovechamos a dar una vuelta por Palenque ciudad, donde comimos en un restaurante de ellos. Lo que nos chocó en casi todos los negocios de México, es la cantidad de gente que trabajaba en ellos, suponemos que no tendrían unos sueldos muy altos porque si no tener 4 camareras de balde, es tontería.
Tras dar una vueltecilla, nos volvimos en furgoneta para el hotel porque hacía un calor insoportable. Se notaba que estábamos muy cansados, porque nos quedamos fritos enseguida hasta la hora de cenar. Y de hecho, si fuimos a cenar fue porque teníamos que pagar la habitación para el día siguiente, que si no...
Cenamos unos sandwich muy contundentes y ricos, mientras un músico cantaba canciones de cantautores, muy chula la cena. Y a la cama, que nos esperaba madrugón... si bien, vaya concierto de bichos!

CONTINUARA...

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